El presidente estadounidense Donald Trump ha vuelto a encender las tensiones comerciales a nivel internacional, esta vez apuntando directamente hacia la Unión Europea (UE). A través de declaraciones recientes, Trump ha amenazado con imponer un arancel del 50% a los productos europeos que ingresen a Estados Unidos si el bloque no modifica sus actuales condiciones comerciales. Las advertencias, aunque acompañadas de una aparente expectativa de que no se materialicen, ya están teniendo efectos inmediatos en el ámbito financiero y político.
Tensión comercial reavivada por Trump
En una comparecencia desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, el mandatario fue cuestionado sobre su advertencia de aumentar los aranceles a la UE del actual 10% a un drástico 50%. La medida, que podría entrar en vigor a partir del 1 de junio, se presenta como respuesta a lo que Trump considera una falta de voluntad de Bruselas para avanzar en las negociaciones. “Estoy seguro de que quieren llegar a un acuerdo con todas sus fuerzas, pero simplemente no lo hacen bien”, afirmó, agregando que “es hora de jugar a este juego de la manera en la que yo sé jugar”.
A pesar de su tono amenazante, Trump también expresó confianza en que finalmente no será necesario aplicar los nuevos aranceles, ya que, según él, las empresas europeas preferirán instalar sus plantas en territorio estadounidense antes que afrontar un gravamen de tal magnitud. “Lo que harán es enviar sus empresas a Estados Unidos y construir sus plantas”, declaró, dando a entender que el objetivo final es fortalecer la producción interna y atraer inversión extranjera directa.
Críticas a la política comercial europea
Uno de los principales argumentos de Trump es que Europa ha impuesto históricamente barreras a los bienes estadounidenses. Entre ellas, destacó las restricciones a la entrada de automóviles fabricados en Estados Unidos, mientras que, según él, su país permite el acceso sin trabas a los vehículos provenientes del continente europeo. Esta aparente asimetría ha sido una fuente constante de fricción entre ambas potencias económicas, y el mandatario republicano ha insistido en que su administración tomará medidas más enérgicas para corregir lo que considera una injusticia estructural.
Trump también aprovechó la ocasión para lanzar críticas contra las demandas judiciales que empresas estadounidenses como Apple enfrentan en tribunales europeos. “Usan esto como arma y en realidad lo usan para recaudar fondos. Es casi como un mecanismo de recaudación de fondos”, acusó, señalando que estas acciones legales no solo afectan a las compañías directamente, sino también al clima de inversión entre ambos bloques. De acuerdo con el presidente, estas prácticas forman parte de un enfoque comercial proteccionista encubierto, que justifica su decisión de incrementar las medidas arancelarias.
Retorno a una política comercial agresiva
Desde que Trump regresó a la presidencia en enero de 2025, su estrategia comercial ha seguido la misma línea dura que lo caracterizó durante su primer mandato. China y la Unión Europea han sido los principales blancos de sus decisiones. El pasado 9 de abril, el republicano anunció una breve “tregua” en la imposición de lo que llamó “aranceles recíprocos”, lo que fue respondido por la UE con una pausa en la implementación de sus propias medidas de represalia.
No obstante, esa tregua parece haber sido efímera. En los días recientes, la falta de avances sustanciales en las negociaciones ha llevado a Trump a escalar de nuevo el discurso. Aunque se habían acordado encuentros técnicos para avanzar en una posible solución, el mandatario expresó frustración con el ritmo y la efectividad de estas conversaciones.
“Las conversaciones con Bruselas no están yendo a ningún lado”, subrayó, dejando claro que la paciencia de su administración se está agotando. Con la fecha del 1 de junio como plazo límite, se espera que los próximos días sean decisivos para definir si ambas partes logran alcanzar un entendimiento o si, por el contrario, Estados Unidos procederá con su plan arancelario, lo que abriría un nuevo capítulo en la guerra comercial transatlántica.
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