El desfile conmemorativo al 114 aniversario de la Revolución Mexicana en Monterrey se convirtió en un caos vial que afectó a miles de automovilistas. Las principales calles del centro de la ciudad fueron cerradas, provocando severas complicaciones en el tránsito y generando malestar entre la ciudadanía. Las molestias se intensificaron por la celebración de este evento en pleno día hábil, exacerbando los problemas de movilidad en una ciudad ya caracterizada por su complicado tráfico.
Cierran calles desde la madrugada en Monterrey
Los preparativos para el desfile comenzaron desde la noche del 19 de noviembre y continuaron durante la madrugada del 20. Autoridades estatales implementaron cierres viales en calles principales como Zuazua, Juan I. Ramón, Zaragoza, Padre Mier, Cuauhtémoc y Washington, entre otras. Estas restricciones permanecieron vigentes hasta el término del evento, afectando la circulación en arterias clave del centro de Monterrey.
El desfile inició a las 9:30 de la mañana, mientras que los cierres viales fueron anunciados con anticipación por el gobierno estatal. Sin embargo, a pesar de los avisos y recomendaciones de utilizar rutas alternas, miles de automovilistas se encontraron atrapados en embotellamientos interminables. Algunos de ellos señalaron que las alternativas propuestas no eran viables debido a la gran cantidad de vehículos que intentaban utilizarlas simultáneamente.
INFO7 realizó un recorrido por las zonas afectadas, destacando que el área alrededor de la Explanada del Palacio de Gobierno y otras calles céntricas se convirtieron en puntos críticos de congestión. Las largas filas de autos y el bloqueo de accesos generaron enfrentamientos entre conductores, quienes expresaron su frustración ante los agentes de tránsito y con otros automovilistas.
Molestias por organizar el desfile en horario laboral
Una de las principales críticas de los ciudadanos fue la decisión de realizar el desfile en un día hábil, lo que agravó el tráfico cotidiano en una de las ciudades más transitadas del país. Automovilistas y trabajadores denunciaron que las complicaciones viales les ocasionaron retrasos significativos en sus actividades diarias, desde llegar a sus lugares de trabajo hasta cumplir con citas médicas o compromisos personales.
“Es absurdo que se organice un desfile en pleno horario laboral y sin considerar el impacto en los ciudadanos que dependen de estas vías para trasladarse”, comentó uno de los afectados durante una entrevista en el lugar. Las redes sociales también se llenaron de comentarios críticos hacia la organización del evento, señalando que había alternativas más adecuadas para la realización de este tipo de celebraciones, como elegir un fin de semana o buscar un lugar más apartado del núcleo urbano.
Los enfrentamientos no se limitaron a las redes sociales. En las calles, el descontento de los automovilistas derivó en discusiones acaloradas con los agentes de tránsito encargados de coordinar los desvíos, así como entre los propios conductores atrapados en el tráfico. Algunos incluso abandonaron sus vehículos temporalmente para tratar de negociar su paso o buscar rutas alternas a pie.
Balance entre tradición y modernidad
El desfile del 20 de noviembre es una tradición que rememora la lucha revolucionaria en México y busca fomentar el sentido de identidad nacional. Sin embargo, el impacto negativo en la vida cotidiana de los ciudadanos ha generado un debate sobre cómo balancear estas celebraciones tradicionales con las necesidades de una metrópoli moderna como Monterrey.
Especialistas en urbanismo y movilidad han señalado que eventos de gran magnitud, como desfiles o conciertos masivos, deben planearse considerando no solo la logística del evento, sino también su efecto en la ciudad. Proponen opciones como realizar estos actos en espacios diseñados específicamente para concentraciones multitudinarias o en horarios que minimicen las afectaciones al flujo cotidiano.
A pesar de las críticas, el desfile reunió a cientos de participantes y espectadores, quienes disfrutaron de las representaciones históricas y las exhibiciones de bandas de guerra y contingentes escolares. No obstante, para muchos, las imágenes de filas interminables de autos y los testimonios de ciudadanos frustrados opacaron el propósito de la celebración.