El Gobernador de Nuevo León, Samuel García, volvió a estar en el centro de la conversación pública tras anunciar supuestos nuevos acuerdos con Petróleos Mexicanos (Pemex). Según compartió el mandatario en redes sociales y en declaraciones oficiales, estas gestiones buscan reducir las emisiones de la Refinería de Cadereyta, mejorar la calidad de las gasolinas y sumar a Pemex en proyectos ambientales en el área metropolitana. Sin embargo, detrás de estos anuncios se esconde una realidad menos alentadora: se trata de promesas recicladas que se han repetido desde al menos 2017 y que siguen sin materializarse.
Durante una reunión reciente en la Ciudad de México con el director de Pemex, Víctor Rodríguez, Samuel García afirmó que “Pemex está comprometido con un Nuevo León más limpio”. El gobernador incluso compartió una fotografía junto al directivo para reforzar la idea de un compromiso renovado. No obstante, en ningún momento se dieron a conocer fechas límite, presupuestos específicos o estrategias detalladas para cumplir con esos objetivos.
Las promesas de reducir emisiones y producir gasolinas más limpias no son nuevas. La refinería de Cadereyta ha sido señalada durante años como una de las principales fuentes de contaminación en el área metropolitana de Monterrey. Desde administraciones anteriores, se ha prometido modernizar sus procesos e invertir en tecnología para minimizar el impacto ambiental.
El mitómano @samuel_garcias se fue de fiesta con Maynez a Valle de Bravo, y de regreso hace parada en PEMEX para acordar lo mismo que prometió con AMLO y no cumplieron:
— Andrés Clariond R (@Anclaran) July 9, 2025
Acabar con las emisiones tóxicas de la refinería en Cadereyta
El nuevo fosfo León es puro verbo… pic.twitter.com/R99PkLesMG
Compromisos sin plazos ni avances
Uno de los puntos principales destacados por Samuel García fue la instalación de filtros y desulfuradoras en la refinería de Cadereyta, con el objetivo de reducir emisiones contaminantes. Aunque esto suena alentador, no se trata de una propuesta novedosa.
Ya en agosto de 2020, el Gobierno federal había anunciado un plan multianual con una inversión de 4 mil millones de pesos para mitigar la contaminación de dicha planta. Sin embargo, los avances han sido prácticamente inexistentes y, a día de hoy, los ciudadanos continúan padeciendo altos índices de partículas contaminantes y mala calidad del aire.
En noviembre de 2021, cuando Samuel García recién iniciaba su administración, Pemex presentó un programa adicional con un presupuesto de 1,500 millones de pesos para reducir emisiones mediante nuevas tecnologías. Tres años después, los resultados son imperceptibles para la población.
Otro de los compromisos reciclados es el uso de gasolina con menor contenido de azufre, una demanda histórica de la ciudadanía y organizaciones civiles en Monterrey. Aunque el objetivo de tener combustibles más limpios se planteó formalmente en 2017, hasta el día de hoy sigue siendo una promesa sin cumplir.
En múltiples ocasiones, Samuel García ha reiterado su interés en gestionar este cambio, pero no ha logrado concretar un solo avance medible ni establecer un calendario preciso para su implementación.
Reacciones y desgaste de la confianza
El nuevo anuncio de Samuel García no solo no sorprendió a los ciudadanos, sino que generó desconfianza y molestia. Muchas personas consideran que el gobernador utiliza estas promesas como una estrategia para desviar la atención de otros problemas urgentes en el estado, como la inseguridad, la crisis hídrica y el caos en la movilidad.
La sensación generalizada es que el mandatario se ha convertido en un experto en vender humo, repitiendo discursos vacíos y compromisos que nunca se convierten en acciones concretas. A través de redes sociales, diversos colectivos ambientales y ciudadanos expresaron su decepción y exigieron resultados tangibles en lugar de anuncios mediáticos.
El descontento no es nuevo. Cada año, Monterrey y su área metropolitana registran altos índices de contaminación, en gran parte atribuibles a la refinería de Cadereyta. Este problema no solo afecta la salud pública, sino que también impacta la imagen de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes.
La ciudadanía ha señalado que el discurso ambiental del gobernador se queda en promesas. La falta de acciones concretas ha provocado que la confianza en sus anuncios se diluya y que cada nuevo “acuerdo” sea recibido con mayor escepticismo.
Tras una nueva reunión para hacer gestiones en Pemex, el Gobernador Samuel García recicla promesas ambientales. https://t.co/DP2VnVrvhy
— EL NORTE (@elnorte) July 9, 2025
Urge transparencia y acciones reales de Samuel García
Los especialistas coinciden en que si no se definen plazos claros, presupuestos asignados y mecanismos de evaluación, estos compromisos seguirán siendo letra muerta. La ausencia de un cronograma público y detallado alimenta la percepción de opacidad y falta de voluntad real para atacar el problema de raíz.
Para lograr una verdadera mejora en la calidad del aire y reducir el impacto de la refinería, se requiere más que fotografías y declaraciones en redes sociales. Se necesitan auditorías externas, participación ciudadana, cooperación interinstitucional y, sobre todo, un seguimiento puntual de cada etapa de los proyectos anunciados.
El reto es enorme. La transformación de la refinería de Cadereyta implica inversiones millonarias y cambios operativos profundos. Además, se requiere coordinar con el Gobierno federal, Pemex y organizaciones civiles para garantizar que las soluciones sean sostenibles a largo plazo.
El anuncio reciente de Samuel García, carente de detalles y resultados concretos, parece más un movimiento político que una verdadera apuesta por la salud ambiental de Nuevo León.