Hace un año, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, protagonizó un retorno inesperado y lleno de tensión. Su intento de competir por la Presidencia terminó abruptamente cuando, tras una serie de resoluciones judiciales adversas, reasumió la Gubernatura corriendo al Palacio de Gobierno en la madrugada del 2 de diciembre, después de que un fallo le retirara su licencia presidencial en último momento. Este episodio marcó un momento histórico para el estado y dejó en evidencia los retos legales y políticos enfrentados por el mandatario.
La Noche de la Corrida de Samuel García a Palacio
El 1 de diciembre de 2023, Samuel García enfrentó una jornada decisiva. A las 23:30 horas, la Suprema Corte de Justicia emitió una resolución que establecía que el Congreso local debía designar al gobernador interino. Esto anulaba su licencia previamente aprobada y su aspiración presidencial.
Simultáneamente, el Tribunal Electoral federal desechó un recurso presentado por García, mientras un juez laboral revocaba el amparo que permitía a Javier Navarro, Secretario General de Gobierno, permanecer como encargado de despacho. Con todas las instancias legales en su contra, García tuvo que regresar rápidamente al cargo.
A las 0:49 horas del 2 de diciembre, llegó al Palacio de Gobierno, donde ya se encontraba Luis Enrique Orozco, designado como interino por el Congreso local. En un acto inmediato, García emitió un acuerdo publicado en el Periódico Oficial para confirmar que retomaba sus funciones como gobernador. Este movimiento también significó su renuncia a la contienda presidencial, al no cumplir con el requisito de separación del cargo por seis meses previos a las elecciones.
Tensión y Enfrentamientos Institucionales
El regreso de García no estuvo exento de tensiones. Durante esa noche, el Palacio de Gobierno fue rodeado por elementos antimotines de Fuerza Civil, quienes tenían la tarea de evitar una irrupción forzada por parte del gobernador interino y sus posibles aliados. Esta situación generó temores sobre un enfrentamiento entre distintas autoridades policiales.
Aunque el conflicto no escaló a enfrentamientos físicos, la jornada dejó clara la polarización política en Nuevo León. La rápida reacción de García y su equipo buscó reafirmar su control sobre la Administración estatal en un ambiente de incertidumbre.
En días posteriores, el gobernador expresó su frustración con frases que denotaban un tono relajado y, en ocasiones, sarcástico. En una visita a una planta de montacargas, mencionó cómo iba “subiendo en las encuestas” antes de que el “PRIAN” truncara sus aspiraciones presidenciales.
Perspectivas Un Año Después
A un año de estos hechos, el panorama político en Nuevo León sigue marcado por tensiones. Este episodio subrayó la fragilidad de las relaciones entre el Ejecutivo estatal y el Congreso local, así como las complicaciones derivadas de las resoluciones judiciales.
Aunque García aseguró en su momento que “nunca se fue”, este capítulo evidenció los desafíos que enfrentó para mantener el control de su administración. Su regreso al cargo también dejó preguntas sobre el futuro político del estado y el impacto de estos eventos en su imagen pública.
Este momento fue clave para Nuevo León. Reflejó la capacidad de las instituciones para actuar en un marco de legalidad, pero también dejó en evidencia las pugnas entre poderes. A nivel ciudadano, el evento se percibió como un recordatorio de los complejos procesos políticos y las consecuencias de decisiones apresuradas.