El mundo católico ha recibido con entusiasmo y esperanza la designación de un nuevo Papa. Robert Francis Prevost, nacido en Chicago y nacionalizado peruano, fue nombrado como el nuevo líder de la Iglesia católica bajo el nombre de León XIV, convirtiéndose así en el primer Papa originario de los Estados Unidos. La histórica elección fue anunciada por el cardenal Dominique Mamberti, quien desde el balcón central de la Basílica de San Pedro proclamó el tradicional Habemus Papam, marcando el inicio de una nueva etapa en el Vaticano tras el fallecimiento del Papa Francisco.
La señal oficial que indicó al mundo la elección del nuevo pontífice fue la esperada fumata blanca, que emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina, acompañada por el repique de las seis campanas de la basílica. Minutos más tarde, el nuevo Papa apareció ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para ofrecer su primer mensaje como cabeza de la Iglesia. Con un tono pausado y cercano, inició su pontificado con la frase: “La paz esté con ustedes”.
León XIV no solo agradeció a su predecesor, sino que también dedicó palabras profundas sobre la misión de la Iglesia, la importancia de la unidad, el valor de la fe y la necesidad de construir puentes entre los pueblos. Su mensaje inaugural estuvo marcado por una fuerte carga espiritual y un llamado a la sinodalidad y la paz, dejando ver el tono que pretende imprimirle a su pontificado.
Un mensaje de paz y unidad
Durante su primer discurso como Sumo Pontífice, León XIV ofreció palabras que resonaron con fuerza entre los fieles presentes en la plaza y con millones de creyentes en todo el mundo que seguían el evento por distintos medios. Con el saludo “Hermanas y hermanos queridísimos: este es el primer saludo de Cristo Resucitado, del buen Pastor”, dio inicio a un mensaje centrado en la paz, la esperanza y la unidad.
El nuevo Papa no dejó pasar la oportunidad para rendir homenaje a su antecesor, el Papa Francisco, a quien describió como un referente de fe y caridad. “Gracias al papa Francisco”, dijo, en un reconocimiento público que fue acompañado por un fuerte aplauso. León XIV destacó el papel del fallecido pontífice como guía espiritual y señaló que su legado sigue vivo en la Iglesia contemporánea.
Asimismo, el nuevo líder de la Iglesia dejó claro que su compromiso es caminar junto con el pueblo de Dios: “Dios los quiere, Dios los ama a todos. El mal no va a prevalecer. Estamos en las manos de Dios, por tanto, sin miedo, mano con mano, vamos adelante. Seamos discípulos de Cristo”. Con estas palabras, ratificó su intención de continuar el camino de apertura, solidaridad y reforma iniciado por su predecesor.
Una parte importante del mensaje de León XIV fue su llamado a construir puentes mediante el diálogo, en un mundo marcado por divisiones, conflictos y desigualdades. “Tenemos que ser un solo cuerpo, siempre en paz”, enfatizó. También reconoció la necesidad de una Iglesia activa, misionera y comprometida con las causas de la justicia social.
Compromiso con una Iglesia en movimiento
Desde el primer momento, el Papa León XIV dejó clara su intención de promover una Iglesia sinodal, es decir, una Iglesia que se construye y se camina conjuntamente entre fieles, obispos, religiosas, religiosos y el mismo pontífice. Esta visión responde a un modelo de organización más participativo, en el que todas las voces sean escuchadas y consideradas en el discernimiento comunitario.
“Soy un hijo de San Agustín. Soy un agustino. Soy cristiano. Soy obispo. Podemos todos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado”, afirmó, reafirmando su identidad espiritual y su herencia religiosa. Su formación dentro de la orden de San Agustín lo ha marcado con una profunda vocación de servicio, diálogo y búsqueda constante del amor de Dios en comunidad.
El nuevo Papa también envió un saludo especial a la Iglesia de Roma, destacando que buscará fortalecer la identidad misionera de la Iglesia desde la capital del catolicismo. “Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, que construya puentes de diálogo”, subrayó. Esta línea de acción se alinea con los retos actuales de la Iglesia: atender a los más vulnerables, adaptarse a los cambios culturales y mantener una comunicación constante con todos los sectores de la sociedad.
Su enfoque también apunta a estar cerca de quienes sufren, una preocupación que ha sido constante en sus primeras palabras como Sumo Pontífice. Para León XIV, la Iglesia debe mantenerse cercana a las realidades más difíciles, especialmente en contextos de guerra, pobreza, migración y discriminación. La fe, en su visión, debe ser un vehículo de transformación social.
Una oración que marcó historia
En una decisión sin precedentes en la historia moderna del Vaticano, León XIV concluyó su primera aparición pública con una oración dirigida a la Virgen, específicamente a la Virgen de Pompeya. Este gesto devocional fue notable porque marcó la primera vez que un Papa reza el Ave María en su aparición inicial ante el mundo.
“Hoy es el día de la súplica a la Virgen de Pompeya. Nuestra madre quiere siempre caminar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor”, declaró. Luego, invitó a todos los presentes a unirse en oración, demostrando su intención de comenzar su pontificado con un gesto de humildad y entrega a la figura maternal de la Iglesia.
El rezo colectivo del Ave María conmovió a los presentes y se volvió rápidamente uno de los momentos más comentados de la jornada. Esta elección simbólica revela también la espiritualidad mariana del nuevo Papa, un elemento que, posiblemente, marcará parte de su estilo de gobierno eclesial. La Virgen María como acompañante de los pueblos, especialmente de los más humildes, se convirtió así en una aliada espiritual desde el primer día de este nuevo liderazgo papal.
León XIV ha llegado al pontificado en un momento complejo para la Iglesia católica, que enfrenta desafíos tanto internos como externos. Su primer mensaje ha dejado una clara señal de apertura, cercanía y reforma. Su formación multicultural, su sensibilidad hacia América Latina, su llamado a la unidad y su decisión de comenzar su pontificado con una oración mariana envían un mensaje de esperanza y renovación para los millones de católicos que hoy observan con expectativa su camino.
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