Nuevo León, tierra de progreso y emprendimiento, se encuentra sumida en un escándalo que ha sacudido los cimientos de la política estatal. En el epicentro de esta tormenta se encuentra Samuel García, el gobernador de Movimiento Ciudadano, cuyas acciones cuestionables emulan los peores vicios de la política mexicana.
Samuel García: Jugando sucio en todos los ámbitos
Desde el inicio de su mandato, Samuel García ha demostrado una tendencia preocupante hacia el nepotismo y la manipulación electoral. Su flagrante apoyo a la candidatura de su esposa a la alcaldía de Monterrey, a pesar de residir en San Pedro, es solo la punta del iceberg de su desprecio por la ética política.
En el ámbito electoral, las artimañas de García son evidentes. Ha tratado de derribar a candidatos opositores en municipios como Apodaca, donde intenta socavar la ventaja de contendientes legítimos. Además, su injerencia en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), manipulando elecciones de directores y acosando al rector Jesús Guzmán, revela una peligrosa tendencia hacia el control autoritario.
La proliferación de funcionarios de su administración compitiendo por cargos políticos demuestra su intento descarado por monopolizar el poder y silenciar a sus críticos. Y no contento con ello, Samuel García ha desviado fondos del erario público para su beneficio personal y el de su círculo cercano, en un acto de corrupción que clama por justicia.
El embrollo financiero y la impunidad
El esfuerzo por enmascarar sus fechorías financieras ha llevado a García a embarrar a empresas inocentes en sus tramas oscuras. El caso del consorcio Gentor es solo la punta del iceberg de su desesperada lucha por mantenerse a flote. Al intentar explicar el pago irregular a empresas familiares, García ha tejido una red de engaños y complicidades que no puede ocultar por mucho más tiempo.
Pero lo más alarmante es el trágico desenlace de sus manipulaciones políticas. El cierre de campaña del Movimiento Ciudadano, avalado por García, resultó en un evento caótico que dejó a numerosas personas afectadas. La negligencia y falta de permisos en la organización del evento evidencian la irresponsabilidad del gobierno estatal, liderado por un individuo más preocupado por su imagen que por el bienestar de sus ciudadanos.
Es hora de que los ciudadanos de Nuevo León exijan justicia y rindan cuentas al gobernador Samuel García. Su abuso de poder, corrupción desenfrenada y desprecio por las normas democráticas no pueden quedar impunes. Es necesario que las autoridades competentes investiguen a fondo las acciones de García y lo lleven ante la ley, demostrando así que en Nuevo León no hay lugar para aquellos que juegan sucio con el futuro de su gente.