El Gobernador Samuel García ha desatado una polémica al buscar amparo, no solo para él, sino también para toda su familia, bajo el pretexto de enfrentar presiones políticas. En un movimiento que ha dejado a muchos perplejos, García argumenta que su papel como presidenciable lo coloca en el punto de mira de la oposición, la que, según él, busca “fabricar acusaciones en su contra”.
Samuel García intenta evadir responsabilidades
La decisión del Juez Séptimo de Distrito en Reynosa, Juan Fernando Alvarado López, de conceder la suspensión de amparo a García y a 11 de sus familiares plantea interrogantes sobre si esta acción es una legítima defensa contra la persecución política o simplemente un intento de evadir responsabilidades.
García justifica la elección del juzgado tamaulipeco alegando que el Poder Judicial y las fiscalías locales y federales en Coahuila y Nuevo León están “controlados” por la oposición. Esta afirmación plantea dudas sobre la imparcialidad de sus motivaciones políticas reales.
Desvía la atención de irregularidades
El Gobernador argumenta que el amparo es necesario debido a una supuesta persecución política en represalia por sus diferencias con la oposición. Sin embargo, la pregunta clave es si estas afirmaciones son una cortina de humo para desviar la atención de posibles irregularidades administrativas o si realmente está siendo víctima de una persecución política.
Las amenazas autodeclaradas de elementos de la Fiscalía General y de la Auditoría Superior del Estado, según García, plantean dudas sobre la validez de estas afirmaciones. ¿Es esta una táctica para ganar simpatía pública o una respuesta genuina a un entorno político hostil?
Samuel alega persecución dudosa
La historia de obtener amparos por parte de Samuel García ante un juez tamaulipeco no es nueva, lo que agrega más escepticismo sobre la naturaleza de estas acciones. ¿Es esta una estrategia recurrente para eludir posibles consecuencias legales, o realmente se encuentra bajo una constante amenaza política?
En medio de esta situación, la Administración de García enfrenta más de 300 acciones de presión, que según él, se dirigen no solo a legisladores, funcionarios y líderes de la oposición, sino también a familiares, amigos y conocidos. La falta de evidencia sólida que respalde estas afirmaciones deja la puerta abierta a la especulación.
En última instancia, la respuesta a estas preguntas podría definir el destino político de Samuel García y su impacto en la escena política de Monterrey, Nuevo León. La ciudadanía merece claridad y transparencia en un momento en que la confianza en las instituciones y en los líderes políticos está en juego.