Mientras la población espera soluciones de fondo en salud pública, el Gobierno de Nuevo León optó por otra ceremonia simbólica: la supuesta inauguración del Hospital Infantil en Guadalupe. El evento, encabezado por el gobernador Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez, terminó por revelar una constante en su administración: la prioridad está en las cámaras, no en la construcción.
Acompañados por maquinaria pesada que solo estuvo presente durante la jornada del evento, la pareja posó con cascos y palas sobre un pequeño montículo de tierra. El acto fue ampliamente difundido en redes sociales, pero tras el cierre de las cámaras, también desaparecieron los trabajadores, los vehículos y cualquier señal de obra en curso.
Algunos días después, los vecinos de la zona pidieron al municipio información sobre los avances del proyecto. La respuesta no dejó lugar a dudas: no existen permisos ni licencias vigentes, y el proyecto aún está en la etapa de estudios preliminares. Todo indica que se trató de un montaje sin sustento técnico ni administrativo.
Simulacros de obra, una práctica repetida
La escena del hospital no es la primera representación sin fondo protagonizada por el actual gobierno estatal. En octubre de 2023, Samuel García encabezó una ceremonia similar en el terreno del ex Penal del Topo Chico, donde se colocó simbólicamente la primera piedra de otro Hospital Infantil. Ese intento también fue abandonado tras la oposición vecinal.
En mayo de este año, el gobernador viajó hasta Montemorelos para anunciar el arranque de la segunda etapa de la Carretera Interserrana. Lo hizo con el mismo entusiasmo mediático, aunque semanas después se confirmó que no había recursos asignados ni planes ejecutivos concluidos. El evento quedó en el archivo de fotos oficiales.
También las nuevas líneas del metro —las 4 y 6 de Metrorrey— han sido promovidas públicamente sin que existan todavía los permisos municipales requeridos en Guadalupe, Monterrey, Apodaca y San Nicolás. En todos estos casos, las fechas anunciadas no coinciden con la realidad física de los proyectos.
Vecinos piden claridad y participación
En Guadalupe, donde se realizó el reciente evento del hospital, los habitantes han expresado su frustración por la falta de claridad. Solicitaron de forma oficial los documentos que sustenten el proyecto: desde los estudios técnicos hasta el contrato de compra-venta del terreno. Sin embargo, la administración municipal respondió que todo está en proceso de análisis, por lo que no pueden compartir información por el momento.
Lo que más ha indignado a los ciudadanos es que el evento se hiciera sin consulta pública, en una zona habitacional donde ya existen preocupaciones por el impacto urbano y la movilidad. Al no contar con información oficial y ante el silencio de las autoridades estatales, las dudas sobre el verdadero propósito del acto se han intensificado.
Guillermo Hernández, secretario de Infraestructura del municipio, respondió a una solicitud vecinal el 2 de mayo con una carta en la que se aclara que el trámite de permisos aún no inicia formalmente, y que cualquier información técnica está en revisión interna.
¿Genuino interés o estrategia visual de Samuel García?
El caso del Hospital Infantil en Guadalupe vuelve a abrir el debate sobre el uso político y mediático de los actos públicos. Para muchos, el evento no fue más que una escenificación sin contenido real, utilizada para fortalecer la imagen del gobernador y de su esposa en redes sociales.
Con cada montaje, la ciudadanía parece alejarse más de los discursos oficiales. Las preguntas aumentan: ¿por qué se hacen anuncios sin respaldo técnico? ¿Dónde queda la planeación y el respeto a las normas urbanas? ¿Por qué insistir en actos públicos si ni siquiera existen las bases legales para iniciar una obra?
Las familias que esperaban noticias reales sobre la mejora del sistema de salud infantil se quedaron con una foto y un gesto simbólico. La maquinaria, que apenas limpió maleza para dar apariencia de obra, desapareció después del evento y no ha vuelto a ser vista en el predio.
Mientras tanto, el terreno en la Ciudad de los Niños permanece vacío y sin trabajadores. La infraestructura prometida no tiene cimientos, pero el contenido sí logró circular ampliamente en plataformas digitales. Una vez más, el gobierno optó por construir narrativa antes que construir realidad.
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