San Pedro - Enbroncados

Secuelas de la Tragedia de MC en San Pedro4 min read

A cinco meses de la trágica caída de un escenario durante un mitin de Movimiento Ciudadano en San Pedro, las víctimas de este accidente continúan enfrentando un camino difícil en su proceso de recuperación. Este incidente, que tuvo lugar el 22 de mayo, resultó en la muerte de diez personas y dejó a cientos de heridos. Aunque la Fiscalía General de Justicia ha comenzado a recibir informes del peritaje realizado por el Instituto de Ingeniería Civil de la UANL, las secuelas físicas y emocionales de las víctimas parecen haber sido olvidadas por las autoridades y por el propio partido.

La atención y el apoyo prometidos a las víctimas se han visto frustrados, ya que el Estado solo asumió los costos médicos de forma temporal. Ahora, muchos de los afectados se encuentran en una situación precaria, luchando no solo contra las secuelas de sus lesiones, sino también por la falta de recursos para su tratamiento y recuperación. La indignación entre los afectados es palpable, ya que sienten que la justicia se aleja mientras las autoridades se centran en sus propias agendas políticas.

Atención médica insuficiente en San Pedro

Cinco meses después del accidente, la ayuda médica que se les proporcionó a las víctimas parece haber terminado para muchos. Aunque el Gobierno estatal se comprometió a cubrir los gastos iniciales, la realidad es que muchos heridos enfrentan ahora la carga de costear sus tratamientos y terapias. El apoyo que recibieron fue temporal y, a medida que el tiempo avanza, las preocupaciones sobre su salud y bienestar se intensifican.

Las historias de quienes resultaron heridos son desgarradoras. Benita Vargas y su esposo, Fernando Leija, están entre los afectados que aún luchan por recuperar su movilidad y su calidad de vida. Ambos permanecieron hospitalizados durante un tiempo considerable tras el incidente, pero ahora, a pesar de los avances, todavía sufren las secuelas físicas y emocionales de lo que vivieron ese día fatídico. Benita, quien sufrió fracturas en la cadera, un hombro y una rodilla, recuerda con tristeza el momento en que el escenario se desplomó. Aunque ha comenzado a salir con amigos y a retomar su vida, su miedo a salir sola persiste.

Por otro lado, Fernando también enfrenta su propia lucha. Con fracturas en la columna y otras lesiones, ha comenzado a manejar de nuevo, pero aún siente el cansancio de un cuerpo que ha pasado por una recuperación intensa. La pareja, que fue aplastada en la estampida que siguió al colapso del escenario, se encuentra atrapada entre el deseo de recuperar su vida y las limitaciones impuestas por sus heridas.

Fuente: El País.
https://x.com/tudimebeto/status/1793505391923593643

Proceso de justicia y responsabilidades

Mientras tanto, la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León avanza en la investigación del incidente, preparando imputaciones penales para aquellos responsables del montaje del escenario y la supervisión del evento. El peritaje recibido del Instituto de Ingeniería Civil es crucial para establecer las responsabilidades. Sin embargo, el tiempo que ha pasado desde la tragedia ha dejado a muchas víctimas sintiendo que la justicia se retrasa y que sus necesidades no son atendidas con la urgencia que deberían tener.

Las imputaciones en curso apuntan a los encargados de la organización del mitin, quienes tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad de los asistentes. Aunque la investigación ha avanzado, el sentimiento de desesperanza crece entre las víctimas, quienes se cuestionan si realmente recibirán la justicia que merecen.

Uno de los aspectos más preocupantes es la falta de atención a las necesidades de salud de los heridos. Por ejemplo, Antonia Chávez, de 63 años, continúa lidiando con las secuelas de su accidente. Atrapada entre los tubos que cayeron durante la tragedia, sufrió múltiples fracturas en la columna. La osteoporosis complicó su tratamiento, y aunque recibió atención inicial, ahora enfrenta dificultades para acceder a la cirugía necesaria para su recuperación completa. Antonia ha perdido su fuente de ingresos, ya que, tras años de trabajo como empleada doméstica, ahora depende de una pensión.

Las historias de Antonia, Benita y Fernando representan solo una parte de las secuelas de esta tragedia. Cada uno de ellos lleva consigo no solo las marcas físicas de lo que vivieron, sino también un profundo sentido de abandono por parte de las autoridades. La falta de un plan claro de atención y apoyo para las víctimas ha dejado a muchos sintiéndose desprotegidos y olvidados.

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